Godzilla vs Kong: Un Mal Regreso a la Época Shouwa

Una breve historia de Godzilla

La historia de Godzilla es muy larga y durante ella el tipo de películas que han visto la luz es tan variado que no se pueden clasificar solo en un género. Por esto mismo la única constante que puede englobar todos los metrajes es la aparición de monstruos gigantes denominados Kaiju, palabra que le da nombre al género.

Godzilla vio la luz en 1954 a cargo del estudio Toho bajo el nombre de Gojira. La cinta fue tan exitosa que para 1956, en un mundo anterior a la globalización actual, se lanzó la versión estadounidense que consistió únicamente en una edición que incluye escenas de Steve Martin, un periodista norteamericano que presencia la aparición del monstruo. En realidad ya se había lanzado una secuela en Japón y, con esto, comenzaba una saga que ahora consiste en más de 30 metrajes.

Podemos dividir las películas en diferentes épocas, de las cuales la más prolífica es la era Shouwa, que consiste en 16 cintas (si no contamos King of the monsters). Esto significa un lanzamiento anual desde 1964 (año con 2 estrenos) hasta 1975 en las que Godzilla hace aparición. Además existen otras películas con monstruos distintos como Rodan, Mothra e incluso Frankenstein.

La serie de películas se caracteriza por el cambio que tuvo, gracias al cual Gojira comienza como una crítica al armamento nuclear y pasa a un tono mucho más infantil. Pero el mensaje sobre el cuidado del mundo se mantiene, en algunas ocasiones de modo más explícito que en otras, de forma constante. En 1965 llega otro de los temas recurrentes: los extraterrestres que controlan a los monstruos con algún tipo de ondas para conquistar la tierra. Esto último se usa tantas veces que al ver un maratón la historia puede cansar a muchos.

En la época Shouwa lo importante es el enfrentamiento de los monstruos pero los humanos tienen relevancia para la historia, el tono puede ser muy infantil como en “All Monsters Attack” o intentar apelar a los jóvenes hippies como en “Godzilla vs Hedora”, pero esto no opaca las acciones de las personas del todo, pues siempre son el motor de lo que ocurre, aun en las películas más flojas.

Lo expuesto hasta ahora se trata de una introducción muy larga para una reseña, pero es necesaria para poder ubicar a quienes solo han visto el monsterverse y no tienen el contexto de esas primeras películas que muchos apreciamos y amamos, incluso, por lo ridículas que pueden llegar a ser.

El uso del tono en el monsterverse

A diferencia de Toho, el monsterverse ha presentado películas muy distintas a lo que se vio durante la era Shouwa. La distancia es tan grande como al comparar “Shin Godzilla” que trata de la vida política en Japón con “Invasion of the Astro-monster” en la que Godzilla baila. Además de alejarse de lo hecho por el estudio japonés, también se trata de obras distintas entre sí, pero que mantienen una cohesión para poder coexistir en el mismo universo. “Godzilla” de 2014 es una película militar en la que la idea de la inmensidad se presenta una y otra vez en lo visual para lograr que los monstruos siempre se perciban imponentes. “Kong: Skull Island” vuelve al tono de guerra pero de modo más pop y festivo en que los clichés son rotos una y otra vez (solo iniciar la película el protagonista falla todos los disparos). En “Godzilla King of the Monsters” de 2019 se juega con el papel de los mitos y la hegemonía de los dioses o reyes y se vuelve a tratar la inmensidad con lo visual, pero de una forma muy distinta. Pero todas son unidas con la idea de la convivencia con la naturaleza, de un modo tan explícito que lo dicen una y otra vez de modo directo. Y después tenemos “Godzilla vs Kong”.

Godzilla vs Kong

Este 2021, en un mundo que se mantiene en cuarentena, se lanzó el enfrentamiento de los dos grandes titanes de Japón y Estados unidos. A diferencia de sus antecesoras intentó regresar al tono de la época Shouwa. Una película mucho más accesible, pero al mismo tiempo vacía.

La película no cuenta con personalidad. Cada una de las 3 anteriores cuenta con un aspecto que la diferencia de las otras y, además, la hace entretenida por sí misma; aquí no encontramos eso. La película no tiene un tono y carece por completo de su propio sello. Se trata de una historia genérica con pocos puntos de interés y sin verdadera tensión. No hay obstáculos a superar ni retos que lleven a los protagonistas a superarse a sí mismos. Simplemente van de un punto A a un punto B y en el camino ocurren cosas.

Otro problema es que los monstruos son los protagonistas (un reto muy grande para cualquier persona). Para aquellos que simplemente quieren ver a dos criaturas gigantes golpearse sin sentido es un punto extremadamente positivo, pero ni siquiera en las películas más infantiles de Toho se relegaba a los humanos a un papel tan secundario. Las acciones de las personas eran las verdaderamente importantes, desde detener la amenaza en turno hasta desarrollar la tecnología que le permite a Godzilla ganar. Aquí la gente solo tiene el rol de espectadora, o incluso un servicio de transporte que lleva a Kong al lugar necesario para que la historia pueda avanzar. Algunos carecen de personalidad y los otros tienen una molesta en todo momento.

Los villanos tienen poco tiempo en pantalla y no cuentan con motivaciones reales. Una de ellos solo existe para ser odiada y el otro para justificar la existencia de Mechagodzilla. No se puede hablar mucho de ellos porque básicamente son inexistentes. Los aliens de la Era Shouwa son más relevantes y profundos.

Al parecer lo visual alcanzó su punto máximo en «King of the Monsters«. Por parte de “Godzilla vs Kong” no hay planos memorables, se intenta volver a lo que se hizo en las obras pasadas, pero simplemente no se logra el efecto. A veces tenemos esa perspectiva de la gente usado en 2014, pero pasa muy rápido; otras veces se vuelve a la perspectiva de “Kong” con los helicópteros, pero, otra vez, se hace mal. Fotografía, planos, composición; todo pasa sin pena ni gloria y lo único que hace es exponer los eventos, nunca ayuda a apreciar el tamaño de los Kaijus ni la desesperación de la gente.

Las peleas no tienen ritmo, solamente son golpes. Una buena pelea es sostenida, principalmente, por dos aspectos: el psicológico y la coreografía. Las mejores logran una convivencia perfecta de ambos en la que los dos tienen el mismo peso; otras se inclinan más por uno, sin olvidar nunca el otro. Puede ser una pelea de voluntades en la que cada golpe cuenta. Para esto necesitamos saber la historia de los personajes, sus motivaciones y la importancia del enfrentamiento. Otro camino puede ser un espectáculo visual, para lo que es necesaria la velocidad, igualdad de habilidades, un dominio poco claro de uno de los participantes. Los enfrentamientos de la cinta no se deciden por ninguno, incluso se podría decir que no existen. Simplemente es golpear más fuerte sin que sepamos cómo se sienten los monstruos, que nos dan a entender tienen sentimientos, pero nunca nos explican como entenderlos.

La película es entretenida. En definitiva no es lo peor que se haya hecho con los personajes, porque ese lugar lo tiene «All Monsters Attak» que se desarrolla en la imaginación de un niño y recicla metraje de cintas anteriores. Pero la expectativa generada en torno a ella provoca que sea difícil que lo esperado se cumpla, tan solo, medianamente . Hay otras películas que logran un mejor espectáculo o una mejor historia al usar criaturas gigantes. Esta obra es un buen modo de pasar el tiempo, no es tan impresionante cómo las anteriores, pero tampoco es aburrida. Si bien lo que pasa no es impresionante, logra mantener entretenido al espectador.

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