CRÍTICA: EMPEROR – PROMETHEUS: THE DISCIPLE OF FIRE AND DEMISE (2001)

Poco después de escribir la reseña del último de Ihsahn, me picó el gusanillo de darle una revisión al último disco de estudio que sacaron Emperor, llamado Prometheus: The Disciple Of Fire & Demise.

Hay que decir que Prometheus recibió una fría acogida de los fans de Emperor cuando salió en el 2001, no así de la crítica especializada, donde fue muy bien recibido. Concebido como un disco conceptual dentro de la mitología griega, narra la historia de Prometeo, que robó el fuego de los Dioses del Olimpo para dárselo a los hombres, sufriendo terribles castigos por ello.

Musicalmente hablando, y siempre desde mi humilde opinión, seguramente estemos ante uno de los mejores discos de metal en general de los últimos veinte años. A diferencia de los anteriores está compuesto en su totalidad por Ihsahn. Digamos que quedó con sus compañeros de Emperor y les dijo: chicos, escuchad esta cinta, esto es lo que tenemos que tocar en el estudio para grabar el nuevo disco. Casualidad o no, pocas semanas más tarde, el grupo se disolvió, alegando diferencias musicales entre Ihsahn y Samoth, la otra mitad compositora de Emperor.

Prometheus: The Disciple Of Fire & Demise comienza fuerte con The Eruption. Unos clavicordios avisando de que algo ha cambiado respecto a los anteriores discos, dan paso a unos riffs y unos cambios de ritmo de locura, creando uno de los temas más dinámicos del álbum. En la canción Depraved he intentado contar las capas de diferentes líneas de guitarra que tiene y en ocasiones me parece escuchar hasta cuatro a la vez entre disonancias, riffs y punteos. The Tongue Of Fire, aparte de la inspirada letra -Teach me the tongue of fire so that I may set the world ablaze, for it is cold, and this blindness can no longer give me shelter- cuenta con un riff rítmico que dura ni más ni menos que ocho segundos. En fin, este disco tiene más trabajo de guitarras que la discografía completa de muchos grupos.

En In The Wordless Chamber sí que continúan la trayectoria de anteriores entregas como Anthems To The Welkin At Dusk, un trallazo black metal con teclados e incluso trompetas. Cierra ya el álbum Thorns In My Grave, otro temazo épico y contundente que podría usarse perfectamente como la banda sonora del fin del mundo.

Tiempo después Emperor se han reunido en varias ocasiones para tocar en algunos festivales, pero parece que ahora mismo el grupo está más que muerto. Prometheus, con sus toques progresivos altamente sinfónicos supuso el último clavo del ataúd donde reposaría Emperor.

No soy muy seguidor del black metal en general, pero como melómano empedernido, recomiendo esta masterpiece. Da para tantas vueltas como las que quieras. Personalmente llevo quince años escuchándolo y sigue sorprendiéndome cada vez.

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