A lo largo de la historia México ha adquirido diversas cicatrices que lo marcan hasta el día de hoy. Después de la revolución se alzó un gobierno que, al principio buscó mejorar la situación nacional con mejores derechos e instituciones pero al poco tiempo pidió obediencia absoluta y reprimió a todo aquél que lo cuestionara. Por otro lado en 1971 se llevó a cabo el festival de rock y ruedas en Avándaro, lo que condujo a una época de opresión al rock mexicano, el cual sobrevivió en los barrios bajos.
Debido a esto es muy fácil que si escuchamos que el gobierno prohíbe que una banda de rock toqué se sienta como una expresión más de un Estado retrograda que prohíbe la libertad de expresión del mismo modo que en la década de los setenta. Tal es el caso de la banda Satanic Warmaster que tenía una fecha programada para México y que fue cancelada por las autoridades a último momento. Pero las razones fueron un tema recurrente en la vida fuera del escenario de la agrupación: se les acusa de fomentar discurso de odio.
En el siguiente texto se dará una perspectiva distinta sobre el tema a partir de un análisis histórico y semiótico. En primer lugar se recordará de modo breve el pasado que México ha tenido con el rock. Después se hará un esbozo de algunos ideales que marcan al metal como movimiento desde sus orígenes. Debido a que el debate ha girado en torno a si la banda pertenece al movimiento de Black Metal Nacional Socialista también se describirá la presencia de los movimientos fascistas en la actualidad y algunas de sus características. Otro de los ejes de la discusión ha sido el estar en contra de los “progres”, por lo que será un punto a analizar. Por último se expondrá una opinión personal, pero no por eso carente de fundamentación teórica, que se respalda en lo expuesto a lo largo del texto.
LA REPRESIÓN DEL ROCK EN MÉXICO
Cómo se dijo arriba, durante la década de los setenta el rock estuvo prohibido en el país. Muchos culpan de esto al miedo que el gobierno tuvo por ver un posible levantamiento juvenil guiado por esa música. El festival de Avándaro se llevó a cabo en septiembre de 1971, pocos meses después del halconazo y tan solo a 3 años de los sucesos de 1968. Después de la reunión de cientos de miles de jóvenes solo para escuchar rock mientras el grupo peace & love cantaba “tenemos el poder” esto se presenta como una buena posibilidad.
En cambio un análisis más profundo muestra que el rock era perseguido desde la década de los cincuenta. Declaraciones falsas de Elvis, comparar el baile con movimientos de animales, promocionar películas solo por no ser sobre el género musical. Después del festival el gobernador del Estado de México dio una declaración que encamina a otra hipótesis “el problema no es lo que hacen, el problema es que no es mexicano”. Muchos políticos, entre ellos el presidente Luis Echeverría, fomentaron eventos y discursos en los que se enaltecía a la “verdadera juventud mexicana”.
La idea del levantamiento juvenil pierde fuerza al ver que incluso el Partido Comunista Mexicano se posicionaba en contra del rock por ser “yanqui”. La música que abanderó los movimientos sociales de la época era la canción de protesta y trova. Ni siquiera aquellos que buscaban una revolución apoyaban ese modo de expresión y de hecho buscaban prohibirlo.
Lo expuesto es para notar que la represión del rock no era tanto por el mensaje, era más bien por una defensa de la identidad nacional. Cabe recordar que uno de los libros más populares de ese tiempo era “El Laberinto de la Soledad” de Octavio Paz. En esta obra se indicaba que si la cultura mexicana se combinaba con otra (usa el ejemplo de los pachucos) básicamente deja de existir y se reduce a nada.
ALGUNAS BASES DEL METAL
El metal encuentra su origen en una idea muy clara: el discurso de amor y paz no sirve. El enojo se apodera de la juventud para mostrar el mundo tan cruel como es en realidad. Aquí puede existir una confusión sencilla y es creer que este enojo representa odio. Pero tan solo debemos remitirnos a algunas letras para notar que no es así. En “Crazy Train” Ozzy canta “quizá no es muy tarde para aprender como amar y olvidar como odiar”; Destruction en “Hate is my Fuel” toma una postura crítica en la que el odio es el combustible que crea los problemas del mundo como las guerras y abusos de todo tipo.
En su podcast “El rock y la batalla de Inglaterra” Diana Uribe deja ver que la cicatriz dejada por la segunda guerra mundial es una generación de huérfanos que perdieron a sus padres a manos de los nazis. Esto crea un ambiente antibélico que se expresa de distintos modos. Pero si tomamos una perspectiva más grande podemos encontrar que esa crítica sale de los ingleses y llega a Estados Unidos en contra de la guerra de Vietnam, a Alemania en contra de lo movimientos de ultra derecha, a España en contra del franquismo, incluso a Latinoamérica en países que vivieron bajo dictaduras de las cuales surge el neoliberalismo. Pero no es solo un movimiento pacifista.
Una de las bandas más influyentes del género toma diversos elementos de la contracultura gay como la ropa BDSM. E incluso algunas letras que desde una perspectiva actual, en la que se sabe la orientación de Rob Halford, son claras referencias al mundo homosexual. Esto llega a tal grado que muchos creen que una de las aplicaciones más populares de encuentros gay lleva su nombre debido a una canción del grupo.
Con esto podemos notar que el metal busca una expresión violenta, pero a la vez inclusiva. Trata de ir en contra de lo establecido para mejorar el mundo. Que no se ve el odio o la discriminación como algo positivo, por el contrario, se rechaza.
El caso que nos ocupa es el del black metal. Salva Rubio, en su libro “Metal Extremo”, señala que una de las características más importantes del subgénero es la individualidad. Si bien existe una escena de extrema derecha, como en cualquier otro género, esta no tiene mucha cohesión con los ideales expresados por el movimiento. Al igual que el cristianismo como religión pide una renuncia de la individualidad el fascismo busca eliminar todo tipo de diferencias para crear una comunidad rebaño que no cuestiona y solo obedece por obedecer (para ahondar en estas características se puede consultar el texto al respecto de Umberto Eco).
En otras palabras el black metal busca la libertad individual por sobre todo. Estos ideales son representados fuera del metal por la Iglesia de Satan que ve al cristianismo como una institución que impide el libre albedrio y por el Templo Satánico que apoya de modo abierto y activo a distintos movimientos sociales de minorías (a tal punto de abrir un templo de aborto en búsqueda de asegurar el acceso a ese derecho).
EL FASCISMO SIGUE AHÍ
De modo general la semiótica es una disciplina que estudia cómo se le asigna un significado a las palabras, imágenes, sonidos, etc. En un ejemplo dentro de la música, se puede estudiar el proceso que llevó a que la quinta disminuida fuera relacionada con el Diablo durante la edad media; se le asigna un significado a un sonido.
Uno de los autores más populares de este camp es Umberto Eco, un italiano que vivió su infancia durante el gobierno de Mussolini. Uno de sus trabajos más famosos es una lista de características de los movimientos fascistas. Si se revisa este texto se puede ver que las características del metal serían rechazadas de inmediato por el fascismo. Mientras el metal cuestionó incluso la postura que se tomaba ante los problemas del mundo, el fascismo pide no cuestionar. El metal canta en contra del odio y la guerra, el fascismo encuentra en esas dos cosas la base de su ideología al punto que se vive para odiar y morir. En el fascismo todo aquello que represente una diferencia debe ser eliminado para guardar la pureza de la tradición.
En la actualidad esos movimientos han tomado una estrategia que, si bien puede ser bastante simple, ha sido también muy efectiva: cambiar su nombre. Responden a las mismas características y usan los mismos símbolos, pero como se autodenominan distinto dicen no ser lo que, a la vista de todos son. Entonces estos movimientos nazis ya son “derecha alternativa”, “nacionalistas de Derecha”, “identitarios”, “derecha radical”, “militaristas”. Cambian su nombre para alejarse de la imagen que se tiene de los nazis y difundir de ese modo el mismo discurso. Es muy fácil decir que una canción racista y llena de simbología nacional socialista como el sol negro y la cruz negra no es nazi, es satánica.
Culpa de esto recae en que mucho del activismo antifascista se ha limitado a una argumentación circular tipo “los nazis son malos por ser nazis”. Al no profundizar en las características del concepto, lo que en semiótica se llama contenido, se impide el análisis porque se reduce a términos simples en los que si no se llama de ese modo no lo es. Por ejemplo, los esquites serían distintos al elote en vaso solo por tener nombres diferentes.
LA GUERRA CONTRA LOS «PROGRES»
Los discursos de odio encuentran un público muy grande hoy en día porque muchas personas buscan estar en contra de los “progres”. Pero antes que nada caber preguntar ¿Qué son los progres?
El termino progre ha visto un fenómeno muy parecido al de “woke” en el mundo angloparlante. Se le ha asignado un significado peyorativo en el que todo aquello que busque un avance en la sociedad es progre y, por lo tanto, es malo. Pero en esta asignación de contenido también se ha dado a la tarea de negar la diversidad de distintos movimientos sociales para mostrarlos como uno solo y, a partir de sofismas y falacias, crear una caricatura de los mismos.
El ejemplo más conocido de esto son los feminismos. Existen diversos movimientos que incluso tienen posturas contrarias. El feminismo burgués busca que las mujeres puedan acceder a posiciones de poder en las empresas; por su parte el feminismo marxista declara que eso solo mantendría la dinámica de explotación que afecta a mujeres y hombres por igual. Incluso este ejemplo simplifica las cosas porque se puede preguntar sobre la corriente del marxismo a la que se pertenece: pro soviético, revisionista, leninista, trotskista…
En otras palabras, usar el concepto de progre como insulto es el equivalente a las personas que creen que el metal es agresión sin sentido, insultos y que todo es satánico. Es esa persona que no sabe toda la diversidad que existe dentro del género, simplifica y usa ese desconocimiento para construir un prejuicio alejado de la realidad.
Debido a que el “progre” busca cambiar el mundo y señala los problemas que existen tales como el machismo (que afecta a hombres y mujeres), el cambio climático, racismo y discriminación de todo tipo, aquellos que se encuentran en una posición de poder comenzaron a difundir este concepto para alejar a las personas de esos movimientos al crear una caricatura que impide profundizar en el tema a partir de un prejuicio. En Latinoamérica podemos encontrar que Atlas Network financia de modo directo a distintos youtubers que se declaran en contra de estos movimientos.
Este reduccionismo de un fenómeno complejo y heterogéneo nos vuelve a llevar al texto ya mencionado de Eco. El fascismo usa neolengua, esa mencionada en la novela “1984”. Aquí, además de cambiar el nombre, se limita el lenguaje para que no se pueda expresar la totalidad de un fenómeno. Mientras menos palabras o más simple sea el idioma, menos ideas se pueden expresar.
Pero además de negar la complejidad y diversidad de los movimientos también se reduce el conocimiento científico. Así como los nazis quemaron libros de ciencia que presentaban descubrimientos que contradecían su tradición (muchos libros de Bilogía, de hecho) hoy se toman posturas ya superadas o se crean mentiras con el pretexto de que “la ciencia lo dice”, a pesar de que la ciencia haya demostrado lo contrario.
SOBRE LA CANCIELACIÓN
Todo lo expuesto es para comprender lo sucedido en su complejidad en lugar de reducirlo a un caso de “progres vs libertad”.
Si bien para muchos la represión del rock es un recuerdo vivo, incluso yo llegué a ver patrullas fuera de tocadas de rock urbano en mi niñez y elaboré mi tesis de licenciatura sobre el primer apartado de este texto. Por eso es natural que la reacción de esta cancelación sea que se vuelve a esa época. Si el gobierno prohíbe una presentación de rock, de cualquier tipo, está mal. Y ni siquiera es algo tan lejano a nuestros tiempos, hay que recordar la perdida de los sábados de rock y blues del Centro Cultural José Martí hace no mucho. Y estoy de acuerdo en parte; yo mismo quisiera que el cancelar un concierto fuera un tema así de sencillo, pero este grupo no lo permite.
La relación de Satanic Warmaster y sus conexiones con el fascismo no es tan simple como si hubieran declarado de modo abierto “si o no lo somos”. Mientras declaran de modo constante que no lo son sus letras están llenas de referencias a Hitler, simbología nazi, pureza de sangre, espíritu ario, el deseo de un holocausto; tienen mercancía con símbolos nazis, su firma es con un sello de extrema derecha, se reúnen con bandas del movimiento. Se podría alegar que se trata de un personaje, pero existen casos con los que se puede comparar y ver que no es así.
Rammstein es la banda más popular para esto. Toman distintos símbolos que hacen alusión a la Alemania fascista para, a lo largo de su obra, alejarse cada vez más de cualquier nexo posible con esa ideología. Declaraciones, letras, actitud, todo lleva a la banda a ser apolíticos, en lo que cabe, mientras, según el filósofo Zizek, en realidad destruyen el nacional socialismo desde dentro. Warmaster no hace eso toma los símbolos con orgullo y un discurso que glorifica las ideas nazis.
No debemos olvidar el poder del arte. El arte ha sido usado para propagar todo tipo de ideas, la iglesia misma lo uso en la contra reforma y evangelización de América, los fascistas hicieron muchas películas para propagar sus ideas; en México el narcotráfico cuenta con los corridos como una de sus armas de reclutamiento más importantes al convencer a la juventud que unirse a ellos les dará poder y riqueza, cosas que son lo más importante desde su visión.
Pero uno de los argumentos más usados para difundir todo tipo de mensajes de odio y discriminación es la libertad de expresión, un derecho que la declaración universal presenta en su artículo número 19. Aunque el mismo documento presenta en el artículo 30 lo siguiente:
Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.
es decir, la libertad de expresión no puede ser usada para difundir discursos en los que se busca oprimir a alguien más. En este caso, y muy a mi pesar ya que soy opositor de la 4T por considerarla un gobierno neoliberal, el informe que se presentó respecto a prohibir el concierto tiene razón: permitir el evento no tendría coherencia con el objetivo de respetar los Derechos Humanos (admito también que es una declaración hipócrita debido a todas las vejaciones que sufren distintos grupos a este respecto en el país).
Las expresiones fascistas no encuentran cabida bajo los Derechos Humanos. El darle espacio significa permitir que tengan un foro desde el cual pueden usar sus dos armas más poderosas: el odio y la ignorancia. En este caso no tenemos una banda que use el fascismo cono un performance, ni un caso como el de John Haughm de Agalloch que solo tuvo un incidente con comentarios antisemitas mientras que toda su obra se aleja de esa ideología y en declaraciones del grupo han hablado de modo honesto sobre el tema. Nos encontramos con una banda que ejerce un ejercicio de neolengua al llamar “satanismo” a su fascismo.
Debemos ser conscientes de la complejidad del mundo, leer más allá de lo que se nos muestra de modo explícito y tener en cuenta que el que se trate de un grupo de la música que amamos no lo exime de modo automático de todo.