El rugido del maldito rock and roll: Clutch en CDMX
Arribamos al Foro 28 alrededor de las 7:00 pm. Nuestro acceso fue rápido e inmediatamente el olor de un vendaval de rock and roll vino. La sede se pobló entre el tic tac del reloj. Los asistentes tomaron las fotos obligatorias de evidencia y la cerveza apareció entre labios inquietos que aguardaban entre tragos.
Unos minutos antes de las 9:00, el venue ya tenía en sus entrañas un público numeroso. Los murmullos rebotaron entre las paredes hasta que el sonido de una vieja grabación los silenció. Después llegó el rayo y Clutch liberó el trueno.
El Foro 28 se cimbró y la letanía “Clutch, Clutch, Clutch…” Recibió de manera cálida a la banda. En consecuencia, el rock fue directo a las venas, una inyección de pura adrenalina en los corazones. Los espectadores siguieron cada nota entre saltos y bailes. El señor Neil Fallon hizo gala de su autoridad; logró que los maniacos se estremecieran con esa voz de tractor que se lo lleva todo.
El sonido fue una pared inquebrantable, cada instrumento en su lugar y todos los acordes golpearon de manera incesante a la masa hambrienta de música. Momentos de densidad, jugueteos sonoros y riffs directos en el cráneo, la postal de la noche. Clutch no se anduvo con rodeos y su setlist actuó como un cuchillo directo a la yugular de sus fanes.
La banda se transformó en un huracán ante el que el cuerpo de cada uno de los observadores se entregó. El ritmo del alma fue regulado por el fantasma del blues, así transitamos un camino oscilante, en el cual la plegaria de todos prometió no llorar más. Asimismo, la electricidad traspasó la piel mientras que la multitud ardía con la satisfacción de ir a donde se quiera: “Vámonos, vámonos, vámonos…”
Para cerrar, la fortuna nos volvió sus hijos y nos rompimos la garganta entre las líricas de un recuerdo. El grito unísono de victoria retumbó para Clutch, quien se elevó con el manto de una maldita deidad del rock and roll, en una noche que se quedará tatuada en la memoria de todos los dichosos que estuvieron ahí.
Agradecemos todas las atenciones Atenea y Dreamers entertainment