Treinta y ocho años en guerra, miles campos de batalla, una larga lista de soldados e innumerables cicatrices cuentan la historia de un escuadrón maldito conocido como Sodom. Después de una larga lista de medallas, el veterano Tom “Angelripper” regresa con un nuevo trabajo de la legendaria banda teutona.
Sodom es, sin duda, uno de los pilares del thrash metal alemán y una gran influencia en el desarrollo del metal extremo. Asimismo, se ha colocado como una de las cuatro agrupaciones del llamado Teutonic Big 4, término utilizado por la prensa como un símil del Big 4 americano para designar a las cuatro bandas de thrash metal alemán más destacadas.
Si bien, el batallón alemán no estuviese considerado dentro de ese grupo aun así no se podría negar la grandeza e impacto que han tenido dentro de la escena internacional del metal. El conjurar el nombre de Sodom y Tom “Angelripper” ya es referenciar a una leyenda que ha forjado su mote con sangre, trabajo y persistencia.
La senda recorrida por todas sus tropas ha dejado insignias que son menester en la historia del metal. Como ejemplo de esto, podemos exponer el maléfico Persecution Mania y su esencia pro black metal; el aguerrido Agent Orange que destaca como una de las piezas más importantes del thrash; Tapping the vein que mostraba un lado más death metal o Masquerade In Blood que derramaba una esencia punk. Además, de monumentales trabajos realizados en el siglo XXI como M-16, Sodom, In War Peaces. Esto sólo por mencionar a algunos dentro de una destacada discografía.
A continuación, nos compete hablar de Genesis XIX, un disco en que se exhibe nuevos y viejos reclutas. Aquí, está de regreso la añeja llama de Frank “Blackfire”, que contribuyó en Persecution Mania y Agent Orange, y como la nueva sangre que vine a hacer de Sodom un cuarteto se suman el guitarrista Yorck Segatz y el en la batería Toni Merkel, quien colabora con Frank es su proyecto solista.
De la destrucción a la creación, una nueva génesis
El disco arranca con Blind Superstition, tema instrumental que fue utilizado como apertura durante la gira de Persecution Mania. El ritmo lento y tenso es un vehículo que nos conduce poco a poco al campo de batalla. El bombardeo comienza con Sodom and Gomorrah, riffs obscuros se impactan como filosas navajas. Sodom nos regala un inicio inclemente y veloz. Pero La ráfaga de la metralla no se detiene; llega la violenta Euthanasia. Las guitarras avanzan como dos panzers mientras la voz del viejo tío Tom rugue de manera demente. Velocidad y riffs simples golpean sin mostrar piedad. La vehemencia y el ansia por seguir escuchando al escuadrón sumergen al oyente en el belicoso mundo de Sodom. Lo que se ha escuchado hasta este punto, dejará totalmente satisfechos a aquellos fans del sonido más primitivo de la banda; no obstante, hay esa combinación de la vieja esencia con una mezcla moderna que permite capturar la brutalidad de una manera clara y contundente.
Posteriormente, tenemos a Genesis XIX, un largo tema que sirve como un manifiesto de la destrucción para la creación; así reposicionarse y proyectarse en un nuevo ciclo. El tema que da nombre al disco es machacante y con cambios de ritmos; es un sendero lleno de rabia que conduce a un interludio con una guitarra acústica, que es el preámbulo a la inevitable explosión de un anárquico solo que transporta a la canción al máximo frenesí.
Hasta aquí, la batalla se encarniza y las explosiones siguen fluyendo como una corriente que arrastra caos. Nicht Mehr Mein Land arremete con rabia, pero en un instante la velocidad queda atrás; riffs lentos y obscuros comienzan a taladrar. La endemoniada voz de Tom parece llevarnos un paraje desolado; sin embargo, en un abrir cerrar de ojos una granada revienta todo; el frenesí y la rapidez llegan de nueva cuenta.
Ahora, pasamos Glock and roll, un tajante golpe de thrash con cambios de velocidad, riffs minimalistas, pequeños destellos de melodiosos. Por otro lado, destaca un brillante y bien colocado solo del señor Blackfire; y como conclusión un denso bajo y un grito desgarrador nos muestran la demencia de aquel asesino que se asoma en este tema. Inmediatamente, un conjuro lóbrego se muestra. Una lenta introducción muy al estilo de Black Sabath nos sumergen en la turbulencia de The Harpooneer. El tema está consagrado Moby Dick de Herman Melville; en potentes ataques y con cambios de ritmos se retrata la obsesiva batalla del capitán Ahab y el arponero Queequog en contra el titánico Moby Dick. Veloces golpes de batería, un bajo contundente y guitarras como vendavales nos ahogan en una épica y emocionante canción.
En la misma vena de la canción emerge Dehumanized, una pesada y ominosa atmósfera que es quebrada por ritmos galopantes y solos caóticos. Posteriormente, arranca The Occult Pepetrator con riffs a medio tiempo y una esencia muy heavy metal. Coros pegadizos y simples te hacen mover la cabeza. Sin dudar, un tema energético que sirve para darle un cambio de ritmo al disco y recordar aquellas influencias como los británicos Tank. Después la obscuridad sumerge al campo de batalla; el treno de una guitarra acústica intoxica el ambiente con un replicar misterioso. Waldo and Piquen, es un himno bélico que después de una breve calma nos posiciona en un trinchera, en cual el fuego de la metralla comienza a caer con pujantes guitarras que cambian de pasajes lentos para seguidamente recrear todo el arrebato de la metralla.
Casi para finalizar el disco, se hace presente el lado más punk con Indocrination. El tío Tom escupe de su bajo un riff minimalista, pero lleno de energía. Un tema directo y primitivo que se llena coros emotivos; asimismo, el aderezo es un breve y caótico solo. Para llegar la conclusión de la batalla nos enfrentamos a los disparos de Friendly fire. Sin miramientos o contemplaciones Sodom ataca con toda la artillería. Guitarras furiosas avanzan sin dar cuartel, la batería y el abajo acribillan todo alrededor. Un inclemente thrash con tintes death aniquila todo sin piedad para así terminar esta cruzada.
En suma, Sodom nos entrega un material honesto, en el cual hay un equilibrio entre el pasado y el presente de la banda para así avanzar al futuro. El tío Tom y su escuadrón nos permiten escuchar un disco, en el que es evidente el gran esfuerzo por dar lo mejor y otorgar una placa digna de la banda alemana. La producción del disco es cálida, es decir, tiene ese sonido análogo con reminiscencias a la antigua manera de trabajar; no obstante, también hay un gran trabajo en la mezcla para haya una nitidez y definición en cada parte. Por consiguiente, Genesis XIX es álbum emocionante, conciso y totalmente disfrutable para los amantes del thrash . En mi experiencia, el disco me dio todo lo que esperaba de Sodom y un poco más. Desde el primer riff sentí emoción y frenetismo; tuve ese mismo sentimiento que cuando descubrí Persecution Mania y Agent Orange. Sin lugar a dudas, Sodom se sigue posicionando como una de las mejores bandas alamanas de thrash. Hail Sodom, Hail Tom “Angelripper”.
Desde al menos San Agustin (354–430) ha habido una tradicion critica, con interpretaciones «claramente en desacuerdo con lo que se percibe comunmente en el evangelismo como la vision tradicional del Genesis.»